Edward Curtis es considerado el padre de la fotografía etnográfica. A principios del s.XX recorrió Estados Unidos documentando la cultura de los indígenas norteamericanos con el objetivo de dejar constancia de su forma de vida. En sus fotos aparecen retratos, viviendas, el entorno, escenas cotidianas, rituales sagrados…
Pero Curtis no fotografiaba lo que veía, sino lo que le encajaba en su idea preconcebida de cómo debían ser estas comunidades. Si aparecía un reloj, elemento que consideraba demasiado moderno para una sociedad “primitiva”, lo eliminaba. También se negaba a mostrar individuos que llevaran camisa o traje. En ocasiones los disfrazaba para que representaran a nativos de otras tribus.
El hecho que se centrara más en mostrar un pasado ya extinguido que la realidad que se encontraba, siempre me ha parecido un aspecto criticable en Curtis. Hay que reconocer que su obra recoge información valiosa sobre la vida de los últimos nativos americanos, pero también hay que ser consciente que utilizaba metodologías cuestionables (como eliminar elementos, realizar montajes, etc), con lo cual nos ha mostrado una realidad sesgada sobre cómo vivían los indios americanos.
En un viaje reciente a Sudán del Sur, uno de los chicos de la remota comunidad Lopit llevaba gafas. Nadie quería hacerle un retrato porque unas gafas para ver de cerca no pegan con su máscara tradicional de cauries. Alguien le pidió que se las quitara y, entonces sí, todos le hicieron fotos.
Yo no le habría pedido que se quitara las gafas, pero reconozco que también pensé que para el retrato quedaba mejor sin. Eso me hizo reflexionar en las veces que, viajando por África, no he fotografiado al chico que lleva la camiseta de un equipo de fútbol o ropa demasiado moderna. He preferido documentar quienes vestían de forma tradicional aunque la realidad es que en muchos lugares predominan las camisetas y tejanos, sobretodo en los hombres.
Ahí es donde me doy cuenta que mi metodología documentalista a veces también flojea y, de algún modo, estoy haciendo lo que tantas veces he criticado en Curtis. No añado ni elimino elementos a la escena, ni pido nunca a nadie que se quite o ponga nada, pero sí que elijo al sujeto que fotografío e intento que sea lo más tradicional posible, para reflejar esas culturas arcaicas del África profunda que están desapareciendo. Y aquí es donde se me plantea el dilema sobre si hay que documentar la realidad que encontramos o la que está desapareciendo.
¿Tú qué opinas?
Por cierto, yo sí fotografié al chico con gafas.
Te contesto a la pregunta sobre qué fotografiar, yo fotografiaría las dos opciones, lo ancestral y lo que hay ,lo uno para conservarlo y lo otro porque es la realidad .Todo es importante!
Gracias por tu comentario, Rosa.
Yo también pienso que es importante fotografiarlo todo para tener un buen registro de cómo es en este momento ese país al que estamos viajando.
Interesante reflexión. Creo que la foto adecuada es con gafas. Somos sobretodo observadores y reflejar precisamente estos contrastes me parece lo correcto.
Exacto, los contrastes son muy interesantes y reflejan la situación actual de la globalización. La mayoría de etnias de hoy en día están en contacto con el progreso, pero a pesar de eso siguen manteniendo viva su cultura ancestral. Y eso es lo que me parece fascinante, más que intentar que encajen con la idea estereotipada que tenemos de las tribus africanas fruto de las películas de Hollywood.
HOLA Mireia
muy bueno el articulo . Me parece que tienes razón en no querer alterar la realidad y fotografiar lo que realmente es hoy , por mas que lleven gafas , relojes de pulsera o tengan un Ipad en la mano .
Tengo la sensación que nos cuesta aceptar que la realidad es cambiante. Por eso a veces buscamos fotografiar situaciones que ya no existen.
No sóc cap expert, pero respecte del que aquí em planteges , no he tingut mai cap mena de dubte… Fotografiar el que un es troba és el que cal fer, crec. Sobretot si el que es pretén és reportar. Fer altra cosa, per mi, seria falsejear només amb l’objecte d’il·lustrar una situació passada, que ha desaparegut o està a punt..
D’altra banda , des de el punt de vista estrictament fotogràfic i humà, ( i també antropològic, perquè no..) una fotografia com la del noi de les ulleres, – per la qual et felicito- , és molt més interessant, fresca, directe i espontània i, segurament, explica moltes més coses que si li haguessis fet treure les ulleres i demanar-li que fes posat de guerrer..
Avui dia tot va tan ràpid que fer fotos del present ja es prou difícil si es pretén un resultat valuós o amb valor afegit.
Només sóc un aficionat però es el que penso.
Jo també intento fer l’esforç de fotografiar la realitat que em trobo, i fer l’esforç de veure-la, encara que no encaixi amb els idelas que tinc al cap. Sóc conscient, però, que per molt que intenti ser el més acurada possible, a vegades també presento un biaix alhora de seleccionar què decideixo fotografiar i què no de tota la realitat que m’envolta.
Impresionante el chico con gafas y se me ocurre que si fotografías ambas realidades (África profunda y África con camiseta del barça) y las expones juntas, nos darás la idea exacta de la realidad del África actual. Seguro que tú sabes hacerlo con esa mirada tan especial tuya.
Sí, ambas realidades son interesantes. Sobretodo la idea de saber mantener vivas las tradiciones, a pesar de estar en contacto con el progreso y la globalización.
Me ha encantado tu artículo de hoy, y creo que es tan extrapolable a tantas cosas…
Porque no es oro todo lo que reluce, pero el chico con gafas, ¿deja de ser oro (o auténtico) por ese simple hecho?
Creo que tendemos a idealizar las cosas, contamos lo bonito de la película. Pero tampoco creo que sea por egocentrismo ni nada de eso, sino que cuando echamos la vista atrás, nos gusta recordar lo bonito de lo vivido.
Un simple ejemplo, África, está lleno de basura. Es casi lo primero que ves cuando aterrizas, y somos en parte responsable de ello todos. Pero no es algo que se muestra cuando vuelves de allí, y no creo que sea ni por vergüenza ni por querer esconder esa realidad, ni por querer contar solo lo extraordinario que es aquel rincón exótico que has visitado. Creo más bien que tienes que simplificar tus vivencias a la hora de contar a los demás, y dependiendo el fin y el público objetivo, obvias realidades como esas.
Otro ejemplo que nada tiene que ver con esto, cuando se hace alguna restauración de algún edificio arquitectónico. Cualquier restauración implica seguir las modas actuales, y variará su aspecto original, por muy «original» que se quiera hacer. Pero es que además, ¿no deberíamos de aceptar que los edificios también tienen una vida, y esta termina cuando se destruye, y esto no supone por tanto ninguna catástrofe? ¿Qué es lo correcto entonces en estos casos? ¿Cuál es la imagen «correcta / apropiada» que se debería de transmitir?
Bueno… es que es un tema que daría para varios debates. Como molaría hablar de estas cosas con un té moruno!
Ciertamente no hay una única manera correcta de documentar, pero me da la sensación que en la mayoría de las fotos que veo de viajes a África (no todas, pero muchas) el fotógrafo intenta reflejar la idea preconcebida que tiene en su mente sobre aquella comunidad, en lugar de estar abierto, ser permeable y dejarse sorprender por lo que ocurre delante de él. De las muchas realidades que hay en África (basura, progreso, tecnología, tradición..) casi todo el mundo busca/muestra la misma.
Gracias por tu reflexión y los debates paralelos que planteas. A mí también me encantaría comentarlos en persona y con un buen te a la menta
Hola Mireia,
Tu mail me ha hecho reflexionar sobre algo que para mí es importante debatir, pues soy antropóloga sociocultural.
Al final, la fotografía como narrativa visual cuenta lo que la persona que hay detrás de la cámara quiere mostrar al mundo, con su propia visión.
Yo, como amante de las culturas, me encanta ver, probar, sentir y conocer lo autóctono y tradicional. Pero, ¿a qué se refiere todo esto? Nuestro pan con tomate catalán, ¿que tan autóctono es cuando los tomates vienen de Mexico? ¿desde cuándo se considera autóctono?
Hace años, esas tribus africanas vestían pieles en lugar de sus actuales telas de colores, ¿entonces eran más «auténticas»? ¿quién lo dice? ¿por qué?
Entiendo el concepto, es un continuo debate que incluso a mí se me plantea. Ahora, el «indígena para la foto» se prepara incluso a sí mismo porque sabe que de esa manera recibe algún beneficio. Quién sabe desde cuando es así este intercambio, pues lo exótico siempre ha llamado la atención de una manera u otra.
Hola Patricia,
Muchas gracias por escribirme. Me parece interesantísima tu reflexión.
Totalmente de acuerdo que de toda la realidad que nos rodea, como fotógrafos decidimos que pequeña parte mostrar. Y eso que decidimos mostrar depende de nuestras creencias, nuestros valores, la forma que tenemos de entender el mundo, nuestros sueños, lo que hemos vivido, sentido, visto… En una fotografía tan importante es lo que decides encuadrar en ella como lo que decides dejar fuera.
Nuestra mera presencia ya está alterando la realidad de alguna manera. Aun así personalmente siempre intento alterar la escena lo menos posible, observar y plasmar en una imagen lo que siento. Pero claro, eso está condicionado a mi manera particular de sentir el mundo. Y al fin y al cabo, eso el lo que te hace conectar con determinadas fotos o fotógrafos. Me estoy yendo del tema…
Tu reflexión sobre qué es auténtico y qué no me hace pensar. A menudo utilizamos las palabras sin prestar atención. Y la línea que separa una cosa de otra es difusa y cambiante. Voy a darle unas cuantas vueltas al tema…!