Este año la fotografía ganadora absoluta del WPP ha sido una imagen sobre la pandemia. Y no podía ser de otro modo. La actual pandemia del coronavirus que estamos viviendo es un hecho histórico que no se había visto nunca antes y que formará parte de los libros de historia.
Tratándose del certamen fotoperiodístico de referencia era obvio que tenía que premiar una imagen relacionada de algún modo con la pandemia, ya que es el hecho más destacable del año, sin ninguna duda. Por primera vez «algo» ha afectado a todo el mundo al mismo tiempo.
La ganadora absoluta ha sido «El primer abrazo», del danés Mads Nissen, que recoge el abrazo entre una mujer mayor y una enfermera en una residencia en Sao Paulo, Brasil. Este era el primer abrazo que la anciana recibía en 5 meses, debido al cese de contacto físico para evitar la propagación del virus. En esta residencia se las ingeniaron para crear una cortina de plástico con mangas y así poder rodear el cuerpo de la otra persona sin riesgo de contagio.
De entrada la foto puede parecer sencilla en cuanto a técnica y composición. Un plano americano de dos personas en un día soleado.
Pero esta imagen tiene algo mucho más importante que la técnica o la composición. Tiene emoción. La emoción de ese abrazo después de tantos meses sin contacto. Un abrazo que también hemos ansiado nosotros en nuestras casas.
A pesar de todas sensaciones negativas que nos ha dejado la pandemia, como muerte, enfermedad, pérdida, separación, angustia, miedo… esta imagen transmite un valor positivo: la humanidad. Humanidad entendida como sensibilidad y compasión, que nada tiene que ver con la sensiblería. La humanidad de un ser humano que cuida del otro, con algo tan sencillo pero tan necesario como un abrazo.
Puedo sentir el calor reconfortante de ese abrazo cada vez que miro la imagen. Es una escena tierna, en la que también se pone de manifiesto la vulnerabilidad de los más mayores y la necesidad de cariño. Lo que cuenta esta foto es universal, una historia que se entiende en cualquier cultura y lugar del mundo.
La clave del éxito de la foto está en que emociona y tiene un trasfondo positivo en el que se ensalzan virtudes como la humanidad, la esperanza, la ayuda, la supervivencia, el amor. En definitiva, una imagen icónica de la lucha en la covid19.
Si te fijas bien, verás que las mangas de plástico dibujan una mariposa. Una criatura frágil, delicada y sumamente bella. Las alas de esa mariposa simbolizan la libertad, alzar el vuelo, superar la situación, seguir hacia adelante. Es decir, son un símbolo de esperanza. La esperanza que tenemos todos de superar esta situación extraña que ha originado la pandemia.
El tercer premio de la categoría historias de la naturaleza ha sido para Luis Tato, con una imagen que refleja la lucha contra la plaga de langosta en el norte de Kenia.
A principios de 2020 Kenia sufrió una de las peores plagas de langostas del desierto (una especie muy voraz) de los últimos 75 años. En la instantánea un campesino intenta apartar, sin éxito, el enjambre de insectos que le está devastando el cultivo.
Es una imagen contundente, directa, impactante. Lo primero en lo que pienso es en el pobre hombre y en cómo se ha visto perjudicado por la maldita plaga. Pero si voy un poco más allá, reparo en que el origen de esta probablemente es un fenómeno global, el cambio climático, y por tanto en realidad nos afecta a todos.
En una entrevista publicada recientemente en Photolari, Luis Tato comentaba «No recuerdo la última vez que un medio español pagó por una foto mía».
Y así nos va! En fin, comentar la situación lamentable de los fotoperiodistas y lo poco que se valora la profesión en nuestro país, lo dejaré para otro post, si se tercia.
De entre todas las imágenes que he visto, me ha dejado sin palabras el reportaje que se ha llevado el primer premio de historias de la naturaleza: «Palomas de la pandemia: una historia de amor» de Jasper Doest, realizado mientras se encontraba confinado en su apartamento de Vlaardingen, Países Bajos. Los protagonistas son Ollie y Dollie, una pareja de palomas que con el tiempo hicieron buenas migas con la familia Doest.
En primer lugar, lo bien que narra la historia, es decir el storytelling. El conjunto de imágenes funciona perfectamente, pero además cada una por sí sola cuenta una historia.
En segundo lugar, lo cotidiano, tanto de los personajes como de la localización. Son dos palomas comunes en su apartamento. Punto. Todos estuvimos confinados sin salir de casa, y todos tenemos palomas en nuestro balcón (o algún otro tipo de fauna común cerca de casa). Pero a mí no se me ocurrió ganarme la confianza de estas aves y hacer un reportaje sobre ellas.
La conclusión a la que he llegado es que lo que realmente marca la diferencia en un reportaje genial no es el tema, si no la manera de abordarlo. De lo más cotidiano se puede hacer una obra de arte. Como ya comenté con anterioridad en un artículo que publiqué para la revista online Shifta, no se trata de lo que ves, se trata de cómo lo ves. Desarrollar tu manera exclusiva y única de ver el mundo te convertirá en una gran fotógrafo.
Te recomiendo que veas el reportaje entero de Jasper Doest.